Es tiempo de correr.

Hay una casa abandonada al otro lado de la calle. Tiene algunos vidrios rotos y sus puertas parecen forzadas. Algunas de las tejas de madera del techo descansan en el abandonado césped de entrada. Adentro la oscuridad. De vez en cuando suelo espiar pero solo los rayos de luz alumbran la nada. La raíces de los algarrobos aledaños comenzaron a deformar la armoniosa simetría de sus paredes y cimientos. Es un lugar tan místico y tan asombroso. Nadie sabe ni siquiera cual es su historia. Una noche tuve un sueño, en ese sueño estaba allí adentro, sentado en una habitación rodeado de la oscuridad mas pura. No escuchaba mas que el crujido de la madera al contacto con mis pies. Estaba asustado, casi podía respirar normalmente. Mis ojos estaban abiertos esperando acechados algo que los sorprendiera. Mis sentidos estaban mas alerta que nunca. El miedo comenzaba a ser mas evidente y decidí moverme para buscar algún indicio de la situación. Camine algunos metros hasta que choque con una pared. Estaba fría y al tacto no era perfectamente lisa. Supuse que estaba en el sótano. Quizás el único lugar oscuro por excelencia. Rápidamente comencé a palpar cada centímetro hasta llegar a lo que parecía una ventana, sentía la unión de la madera y el vidrio en mis manos. Trate de abrirla pero solo logre maltratarla a tal punto que una parte del vidrio comenzó a resquebrajarse. El hueco en el marco era notable. Varios pedazos de vidrios habían caído al suelo, podía escucharlos cayendo. Mientras mis pies los pisaban mis manos buscaban el sitio correcto. Sentía el filoso contorno del vidrio por mi antebrazo, pero pude notar que nada había del otro lado. Solo una falsa ventana cubierta con ladrillos desalineados. Mi esperanza parecía volverse tan dura como aquellas paredes. De repente, ruidos. Algo de luz comienza a vislumbrase por detrás de lo que parecían estantes. Una fuerte ráfaga de viento me sorprende por detrás. Quizás había una tormenta fuera, o solo viento. Eso no importa la verdad, solo recuerdo que la claridad fue evidente. El viento había sido suficiente para que algunas ventanas que hasta el momento habían pasado desapercibidas ahora iluminaran mi camino. Ahora podía observan con detalle el lugar. No era mas que un sótano, había chatarra antigua alrededor. Una silla en el centro con dirección a un escritorio. Camine lentamente mientras observaba cientos de hojas escritas sobre aquel escritorio. Algunas de ellas sobre el suelo. No alcanzaba a leer claramente pero notaba que eran varios idiomas, diferentes unos de los otros. Era mi caligrafía. Pero... ¿ Había escrito yo esos textos en cientos de idiomas? Nada de lo que sucedía tenia sentido. Pero eso no es todo. Debajo de ese montón de papeles había un diminuto paquete con la palabra "Corre" escrita con tinta de pluma. Dentro una caja de fósforos. Solo había un fósforo. Algo comenzaba a tener sentido allí. Mi corazón sabia lo que ello significaba, pero parecía tan absurdo e irrelevante. No había opciones, lo hacia o despertaba derrotado por el miedo. No hizo falta mucho tiempo, en segundos estaba encendiendo el fósforo. Era una perfecta llama, brillante y luminosa. Cayo tan rápido sobre el escritorio que a los pocos minutos cientos de palabras, oraciones y párrafos enteros e indescifrables había desaparecido de mi alma. Salte por aquella ventana que me alumbraba de luz natural. Detrás el fuego comenzaba a consumir la oscuridad. El techo cedía conforme el fuego consumía las vigas de madera. Todo parecía tambalear. Todo menos mis sentimientos, ahora se sentían puros y libres. Corrí tan rápido como pude hasta un lugar en donde pude observar claramente aquella casa en llamas. Y finalmente desperté. En el reloj 05:00 am. Me sentía algo perdido. No quería olvidar el sueño, trataba de no olvidar los detalles. No podía explicarme porque había sido tan real. Me levante y camine hacia la ventana y allí estaba... al igual que mis sentimientos... olvidados y añejos. Es tiempo de correr.